El origen de Nîmes se remonta al siglo VI antes de JC. Una tribu celta, les volcos arecómicos, se instala en torno a una fuente abundante.
Una tribu celta, les volcos arecómicos, se instala en torno a una fuente abundante. Los volcos la divinizan y le consagran un santuario. Paulatinamente, las construcciones primitivas dejan sitio a edificios de piedra seca y, entre ellos, la Torre Magna, una torre encaramada a una colina que posteriormente se integraría a las murallas romanas.
En 120 antes de JC, los volcos, a la cabeza de un vasto territorio de 24 oppida, acogen sin oponer resistencia a las legiones romanas.
Nemausa, la ciudad galorromana está a punto de ver la luz.
La romanización de Nîmes comienza realmente durante el primer siglo antes de nuestra era. Nîmes se convierte en una «colonia de derecho latino» y se llena de monumentos suntuosos. El emperador Augusto y sus sucesores hacen de ella una ciudad para promover la romanidad en la Galia.
Nîmes se expande. Su recinto tiene 7 km de largo y abarca 220 ha. En el silgo II, Nîmes constituye una etapa con una posición ideal en la vía Domitia, que une Roma y España, y está en pleno apogeo. Se estima que su población es de aproximadamente 25.000 habitantes.
Las invasiones sucesivas del siglo III y, posteriormente, la llegada y la instalación de los visigodos en el siglo V ponen punto final a la prosperidad de la ciudad antigua.
En el siglo VIII, la ciudad se halla encerrada en sí misma. Tiene prácticamente una décima parte del tamaño que tenía en la época romana. La inseguridad, cada vez mayor, lleva a la población a refugiarse en el anfiteatro y a transformarlo en fortaleza en caso de peligro. Las murallas romanas se han convertido en una cantera a libre disposición del todo el que quiera. Algunos barrios, como el de la Fuente, están abandonados.
A partir del año mil, Nîmes se despierta de su letargo. Se construye un nuevo recinto amurallado. Se reactivan los intercambios comerciales gracias a las viñas, los olivares y la ganadería ovina. Una vez más, la Fuente desempeña una función importante: Sus aguas, que discurren a través de toda la ciudad, traerán la prosperidad durante varios siglos a los curtidores, los tintoreros y los comerciantes de tejidos.
Para comprender el origen del escudo de armas de la ciudad, hay que ir hasta Egipto. Para comprender el origen del escudo de armas de la ciudad, hay que ir hasta Egipto. En el año 31 antes de JC, Octavio derrota en Accio a la flota de Marco Antonio y Cleopatra y se hace con el control del Imperio: Nace, así, la figura de César Augusto ?
En una moneda acuñada en Nîmes en conmemoración de esta victoria, un cocodrilo encadenado a una palmera y coronado con laureles simboliza a Egipto derrotado. La inscripción “Col Nem” (colonia nimesa) puede hacer suponer que los legionarios victoriosos recibieron, como gratificación, terrenos en Nimes. En realidad, Nîmes tan solo fue una fábrica de moneda. Sin embargo, con el paso de los siglos, los nimeses desarrollaron un gran apego por estas monedas de uso muy común. En 1535, obtienen la autorización del rey Francisco I para adoptar la palmera y el cocodrilo en su escudo de armas. Desde entonces, el escudo de armas es el orgullo de todos los habitantes. Philippe Starck lo volvió a diseñar en 1986 y ahora está omnipresente en la ciudad, hasta en los clavos de bronce que puntúan los adoquines del casco antiguo.
En el silo XV, Nîmes, que se había convertido en una ciudad hugonota, vive unas guerras de religión de gran violencia. Los protestantes, alejados de la vida pública, se orientan hacia el comercio y la producción manufacturera. Muy pronto, la producción de tejidos y medias de seda se exporta a Europa y las Indias españolas. Los dos tercios de la población activa de Nîmes trabajan en el ámbito textil.
La ciudad se enriquece y evoluciona. Se edifican magníficos palacetes y la ciudad cambia a nivel urbanístico. En el siglo de las luces se descubre, por casualidad, el santuario romano de la Fuente, que se toma como base para realizar un gran proyecto de urbanismo. La industria de la seda se reconvierte a la confección de chales gracias a los primeros telares Jacquard iniciados por Turion, un obrero nimés. Treinta años de éxito fulgurante colocan a la ciudad industrial de Nîmes entre las más importantes a nivel europeo.
En el siglo XVII, Nîmes es conocida por su manufactura textil. Los comerciantes venden principalmente paños y seda. Poco a poco la fabricación se diversifica. Se importa algodón,luego el índigo, esta planta cultivada en Italia da un color azul tan bello como económico. La sarga de Nîmes, tela resistente gracias a su tejido oblicuo con por lo menos dos hilos, es creada.
En esta época son establecidas sucursales comerciales en todo el mundo. Nîmes comercia con establecimientos de Nueva York para exportar la sarga. Así el azul de Génova (bleu de Gènes) se adapta al inglés de manera fonética y se transforma en “Blue jeans”.
Es en el siglo XIX cuando Levi Strauss, que fabrica ropa para los mineros y los buscadores de oro, compra por casualidad un lote de tela de Nîmes (Tela Denim). Este primer lote n° 501 dará su nombre a los pantalones más célebres del mundo.
El vaquero Denim, solido y barato, será adoptado por la mayoría de americanos y conquistará luego los cinco continentes. Hoy es un símbolo de libertad.
Pero la competencia lionesa es ruda en esta segunda mitad del silo XIX. Muy rápido, antes de perder dinero, el capital del textil se invierte en los viñedos. El cultivo de vides se ve facilitado por la construcción del canal del Midi, y el transporte del vino por la del ferrocarril de Nîmes. Asistimos a una nueva era de prosperidad. El barrio de la estación se acondiciona con suntuosidad y se cubre de palacetes particulares. Por último, la estación de Nîmes se convierte en el centro de tránsito del carbón de las Cevenas hacia Beaucaire y el Ródano.
Nimes cuenta con 150.000 habitantes y se está remodelando. La ciudad se ha embarcado en una iniciativa consciente, desde hace ya casi treinta años, para aliar el arte contemporáneo más puntero con las riquezas del pasado. Rehabilita sus barrios antiguos y se extiende hacia el Sur. Confía sus proyectos de urbanismo y arquitectura a los mayores creadores internacionales: Norman Foster, Vittorio Gregotti, Kisho Kurokawa, Mieko Inoue, Jean Nouvel, Martial Raysse, Philippe Starck y Jean-Michel Wilmotte.